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Balada de un hombre común

Actualizado: 10 abr 2024

Show me the country where the bombs had to fall

Show me the ruins of the buildings once so tall

And I'll show you a young land with so many reasons why

And there but for fortune may go you or I

Or I

There but for fortune – Phil Ochs


Recientemente, nuevas fotos del rodaje de A Complete Unknown (Dir. James Mangold) han salido a la luz. La película, protagonizada por Thimotée Chalamet, sigue a un jovencísimo Bob Dylan a medida que se integra en la escena del folk estadounidense a principios de la década del 60, rápidamente convirtiéndose en un pilar del género para luego atravesar una metamorfosis musical y eventualmente abandonarlo.


Esto me puso a pensar:  nuestra cultura está obsesionada con las grandes figuras, grandes hombres (o mujeres) que transforman la historia y se convierten en íconos. Como hay infinitas películas y obras de arte (por lo tanto infinitos ensayos) que buscan explorar a estas figuras colosales (en el caso de Bob Dylan hay 8 entre documentales y largometrajes de ficción) propongo que por hoy nos refiramos a otro tipo de  figura, a la del artista que no marcó época, el que no se volvió un ídolo absoluto.


Por eso hoy hablamos de Phil Ochs y de Inside Llewyn Davis (Dir. Joel y Ethan Coen, 2013).



Foto del rodaje de A Complete Unknown donde se ve a Thimotée Chalamet interpretando a Bob Dylan.

When I’m Gone - Un héroe olvidado


 “There's no place in this world where I'll belong when I'm gone 

And I won't know the right from the wrong when I'm gone 

And you won't find me singin' on this song when I'm gone 

So I guess I'll have to do it while I'm here

When I’m Gone – Phil Ochs


Phil Ochs fue un cantante de folk estadounidense conocido por sus canciones de protesta (o topical songs como él las llamaba), de humor político y por su compromiso con las causas sociales de su época. Su talento musical, sumado a su activismo le valió para convertirse en una de las voces del renacimiento del folk en el principio de los años 60's.


El “periodista-cantante” (como él se llamaba a sí mismo) llegó en 1962 al epicentro de dicho renacimiento en Nueva York.  Rápidamente emergió como una figura caracterizada por su estilo vocal poco pulido y su pasión por los temas de los que cantaba. Para ese entonces, Ochs se codeaba con las figuras más importantes de la escena del género y tenía una rivalidad amistosa con Bob Dylan, quien en algún punto le dijo que “no era un cantante de folk sino un periodista”.


Si bien algunas interpretaciones de sus canciones (como There but for fortune por Joan Baez) fueron éxitos comerciales, Ochs fue incapaz de lanzar un hit por su cuenta. Por esto se embarcó en un camino de innovación estilística sin abandonar la importante temática de sus canciones.



Para finales de los 60’s ciertos hechos políticos, como los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Robert F. Kennedy, lo dejaron sumamente decepcionado y deprimido. Convencido de que el público había perdido interés en el folk, Phil Ochs cambió de dirección y se dedicó a cantar canciones más cercanas al rock and roll de Elvis Presley, creyendo que así podría hablarle más directamente al estadounidense promedio. Lamentablemente, esta aproximación no tuvo éxito comercial y en este tiempo Ochs cayó en una profunda depresión que fue agravada por su alcoholismo.


Phil Ochs se suicidó el 9 de abril de 1976 dejando tras de sí un legado de fusión entre música y política. A diferencia de muchos contemporáneos, que al pasar el fervor político de los 60’s cambiaron la temática de sus canciones, Ochs insistió en evidenciar el rol político de la música y continuó luchando por lo que creía correcto a través de sus canciones. 


Green, Green Rocky Road – Llewyn Davis y los golpes de la vida


When I go back Baltimore 

Need no carpet on my floor 

You come along and follow me

We'll go down to Galilea”

Green, Green Rocky Road – Dave Van Ronk


Inside Llewyn Davis (Dir. Joel y Ethan Coen, 2013) cuenta la historia de Llewyn Davis (Oscar Isaac), un cantante de folk deprimido y sin techo. La película, que tiene una estructura circular (vamos a hablar de eso más adelante), sigue las desventuras del protagonista a medida que va rotando entre las casas de sus amigos de Greenwich Village y otros seres queridos.


Llewyn, que es una persona que tiene una visión muy fuerte y personal sobre lo que su arte debería ser, pena en un mundo que lo fuerza a elegir entre comprometer su integridad artística o renunciar al arte mismo para poder sostenerse económicamente. A lo largo del film, Llewyn ve en otros personajes posibles finales para él, por ejemplo sus amigos Jim (Justin Timberlake) y Jean (Carey Mulligan), quienes se dedican a hacer música más comercial, o su padre, un ex marino mercante amante de la música folk que ahora está internado en un geriátrico y es incapaz de disfrutar de lo que una vez supo amar.



De izquierda a derecha: Troy Nelson (Stark Sands), Jean (Carey Mulligan) y Jim (Justin Timberlake).

La película, que empieza con una paliza propinada a Llewyn, aprovecha recursos de sonido y de montaje para convertir los golpes emocionales y dramáticos en golpes físicos. Hay un ejemplo muy claro en el primer cuarto de hora de la película: Llewyn, que a efectos prácticos es un sin techo, va durmiendo en las casas de todos sus amigos. Al salir de la casa de los Gorfein (unos amigos muchos mayores a él) se le escapa su gato pero logra atraparlo. Sin saber qué hacer y dónde dejarlo, lo lleva a la casa de Jim y Jean, donde finalmente pasa la noche. Al otro día, Llewyn levanta la ventana para fumar y el gato se escabulle y desaparece. Acto seguido, Jean, muy malhumorada, le cuenta que está embarazada y que, como no sabe si es de Jim o de él, lo va a abortar. Si bien Lewyn está sorprendido por la noticia, parece más preocupado por haber perdido al gato. El golpe viene después, cuando, inmediatamente después de finalizar la conversación, Llewyn viaja en el metro de NY. El ambiente sonoro previo, donde las voces dominaban, desaparece abruptamente para darle paso al estruendoso ruido del vagón.


El protagonista viaja a Chicago para entrevistarse con el representante Bud Grossman (F. Murray Abraham), quien le da el tiro de gracia a su carrera: le dice que no ve dinero en su música, pero le propone que si se hace una barba candado y acepta ser una voz acompañante, puede sumarlo a un trío que está armando. Llewyn rechaza esta oferta. Al regresar a Nueva York, decide abandonar su carrera musical para dedicarse a la marina mercante, pero por documentos faltantes y algunos procesos legales es incapaz de hacerlo.



Llewyn (Oscar Isaac) en el metro con el gato de los Gorfein.

Otra vez está solo, sin salida. Pero a pesar de estar amargado algo ha cambiado en él, aunque está lejos de haber superado sus problemas, está dispuesto a asumirlos y enfrentarlos. Llewyn se emborracha y grita barbaridades a una mujer en el Gaslight (el bar donde todos los personajes actúan) pero, para su sorpresa, el dueño del lugar le permite cantar al otro día. Aquí es donde se pone en juego la estructura circular del relato: la película empieza con Llewyn cantando en el Gaslight y termina de la misma manera. Esta elección a la hora de estructurar el relato no es arbitraria, emula la composición de una balada de folk mientras que sirve para poner al personaje frente a la misma situación y revelar su transformación mediante su reacción. En este caso, al principio de la película, Llewyn canta la melancólica “Hang Me, Oh Hang Me”, mientras que al final canta “Fare Thee Well”, de un carácter más esperanzador. Además, si bien la paliza que recibe se repite (aunque con un cambio de perspectiva en la forma en la que se filmó), idénticamente, al final Llewyn se arrastra como siguiendo a su atacante y saludándolo de manera irónica cuando éste desaparece. El protagonista ahora capaz de enfrentarse a las consecuencias de sus acciones, recibe los golpes de la vida pero sigue en pie.



Llewyn interpretando “Fare Thee Well” al final de la película.

Farewell


So it’s fare thee well, my own true love

We’ll meet another day, another time

It ain’t the leavin’ that’s a-grievin’ me

But my true love who’s bound to stay behind

Farewell – Bob Dylan


Escribiendo este texto me hacía repetidamente dos preguntas: ¿Qué rol tiene el arte en una sociedad comercializada y “despolitizada”? ¿Merecen su destino los artistas alérgicos a los hits?


No puedo evitar pensar que en gran parte el activismo político-musical de figuras como Phil Ochs se ha perdido hoy en día. La música pop, en aras de satisfacer a la mayor cantidad de público posible, se ha ido vaciando de sentido, repitiendo una y otra vez las mismas fórmulas de canciones románticas y derivados. En un contexto nacional (e internacional) de constante crisis económica y tensiones políticas ¿Quién es la voz de un pueblo agotado y derrotado? Soy reacio a creer que las Tini’s y los Ysy A’s de este país pueden convertirse en ello. Inclusive personajes más sensibles y mínimamente más involucrados en el ámbito político (como Lali Espósito) parecen incapaces de unificar música y protesta.



En nuestra sociedad de mercado pareciera que la encrucijada tiene siempre una respuesta fatal: como artistas, o renunciamos a nuestro compromiso estilístico en aras de sobrevivir o estamos condenados a pasar sin pena ni gloria y morir en el olvido. Y aunque, como le dice su hermana a Llewyn, “solo sobrevivir no es tan malo” ¿Es eso lo que, como sociedad, pretendemos del arte? ¿Una mínima satisfacción?


No tengo una respuesta ni una solución al dilema, pero creo profundamente que la respuesta debe ser colectiva. Tal vez nuestro hartazgo pueda servir de algo, y ser conscientes de esto es un inicio. Tal vez la salida no esté en las grandes personalidades ni en los inalcanzables artistas pop. Tal vez tengamos que acordarnos de aquellos que a menudo son olvidados.



Un joven Bob Dylan (Benjamin Pike) sube al escenario a cantar “Farewell”.


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