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El Asedio a la Memoria

Actualizado: 10 abr 2024

El jueves 22 de febrero se reestrenó en cines la ópera prima del director Fabian Bielinski, Nueve Reinas (2000). Fue restaurada en un formato digital 4K, adaptándola así para las grandes pantallas y las nuevas tecnologías. Este evento fue una oportunidad para que muchos pudiésemos experimentar la película en la pantalla grande por primera vez, así como para que nuevos espectadores descubran este clásico contemporáneo.


Al salir de la sala empecé a reflexionar, no tanto sobre la película (que me parece una obra maestra) sino más sobre esta especie de reanimación de la obra. Si bien Nueve Reinas es una película famosísima y de absoluto éxito, puedo decir con total seguridad que su reestreno la dotó de nueva vida, sacándola de los polvorosos rincones de las plataformas de streaming y poniéndola una vez más en las salas. Ese proceso hace que la obra deje de estar solo en nuestras memorias y se materialice frente a nosotros ¿Por qué esto no sucede más seguido con otras obras de nuestro cine nacional?


El subte porteño en Nueve Reinas.

El gigante amnésico


¿Cuál es la película argentina más vieja que viste? Tal vez se te venga a la mente la comedia Esperando la Carroza (dir. Alejandro Doria, 1985) o La Historia Oficial (dir. Luis Puenzo, 1985), ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera. Pero ¿Alguna más antigua? ¿Una de los 70s o de los 60s? Por ahí cuesta un poco más recordar ¿Y de los 50s, los 40s o inclusive de los 30s? Probablemente no. Si no sos particularmente adepto al cine argentino tal vez no sos consciente de su longevidad más allá de ciertas vagas imágenes de la juventud de Mirtha Legrand.


Lo cierto es que, aunque para algunos parezca imposible, Argentina tiene una de las cinematografías más ricas del mundo hispanohablante (del planeta inclusive). Pero no me interesa hacer un resumen de esta historia, varios libros hay al respecto y la odisea que conllevaría sintetizar tamaña producción sería un disfavor tanto al lector como al sinfín de artistas que crearon este maravilloso universo argentino. Me interesa pensar más en ¿Dónde están estas películas? ¿Por qué no se ven?


En varios países del mundo (sobre todo aquellos que tienen una historia audiovisual tan grande como la de Argentina) existen cinematecas: instituciones públicas dedicadas a preservar el cine y el material audiovisual histórico del país. Un ejemplo es la cinemateca de Francia que fue fundada en el año 1936, otro es la brasileña que fue inaugurada en el 1940 y hoy en día es la más grande de latinoamérica. Estos organismos se rigen por un principio de preservación absoluta de todo el contenido audiovisual, es decir, contener y conservar la mayor cantidad de material posible sin discriminación de origen o de “calidad”. No se juzga al material bajo una óptica de fetichismo clásico sino que se lo trata como lo que es: piezas históricas que, independientemente de su calidad percibida, funcionan como retratos socio-culturales.


En Argentina la CINAIN (Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional) fue fundada en 1999 pero aún carece de las atribuciones necesarias para que su funcionamiento sea satisfactorio. De por sí la lucha por la cinemateca venía siendo larga y difícil, con los constantes recortes al sector cultural parece ser hasta imposible: si estamos luchando para evitar la destrucción de las instituciones que tenemos, resulta inconcebible imaginarse que dichas concesiones y reformas pudiesen hacerse.


Para que nos hagamos una idea de la gravedad de la situación, se calcula que (según una entrevista a Fernando Martín Peña en El País)  cerca del 90% del cine mudo argentino se ha perdido por completo, mientras que casi la mitad del cine sonoro ha sufrido el mismo destino. Infinitos mundos e historias perdidos para la eternidad, su existencia apenas un recuerdo.


Más Allá del Olvido (Dir. Hugo del Carril, 1956).

Las películas, los cortos, las series y los documentales son vestigios del paso del tiempo, retratos sociales y culturales, no sólo son vías de expresión: son la historia misma. Poder formular (y preservar) narrativas propias es una necesidad humana, implica un acto de independencia, un proceso de auto-mitificación. Un pueblo sin cultura y sin imágenes es un pueblo sin historia, y un pueblo sin historia es un pueblo esclavizado.


Los soldados del olvido


Los enemigos de la cultura tienen nombre y apellido. Se hacen llamar economistas, legalistas o administradores pero en realidad son sirvientes del hambre y del olvido, esbirros del odio e hijos de la ceguera. No nos tenemos que engañar, los soldados del olvido no tienen ideología o partido, pero de alguna manera todos sirven a la amnesia, al entreguismo y a la esclavitud del pueblo.


El ataque a la cultura no es casualidad. Amparado en un contexto de crisis económica y déficit, el gobierno pretende desarmar lentamente al INCAA, a la ENERC y a todos los medios audiovisuales nacionales. Este golpe no tiene realmente una motivación económica, por supuesto que no ¿Debería cerrarse el Instituto por un déficit de 4 millones de dólares? No. Para que nos demos una idea, el Sector Público Nacional alcanzó un déficit de 5.483.305,3 millones (según datos del gobierno). Este accionar está definitivamente impulsado por un interés cultural: limitar al máximo la expresión artística argentina.


Nosotras/Ellas (Dir. Julia Pesce, 2015).

Dice Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, que las películas del INCAA se financian con la plata de los nenes hambrientos del Chaco. Esto no es cierto, el INCAA se financia gracias a: un impuesto del 10% de las entradas de cine, al 10% de la venta de cassettes/dvds (que hoy en día representa un ingreso ínfimo) y al 25% de lo recaudado por el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones). Cabe aclarar que éste último ingreso representa el 75% del presupuesto del INCAA y se lo buscó eliminar mediante la fallida Ley Ómnibus.


Es interesante que se apele a la existencia de una pobreza “estándar” en el país para atacar al arte, puesto que es este último una herramienta de liberación y de consciencia. No es que el cine genere hambre, sino que el cine (y tantas otras artes) da cuenta de la realidad, revela al hambre y a la pobreza como lo que son: instrumentos de control.


Cine y memoria


Este texto tenía que ser sobre el día de la memoria y la sección está pensada para recomendar películas que tengan alguna conexión con el día del que se está hablando. Sin embargo, escribiendo me di cuenta que era incapaz de recomendar una película particularmente, sino que me urgía hablar del estado de la industria cinematográfica argentina y de su estrecha relación con la memoria.


Seguramente hay países más longevos, cinematografías más extensas, historias complejas y películas interesantes que hablen de la memoria.

Pero soy argentino y nuestro cine está en peligro.


Cómo funcionan casi todas las cosas (Dir. Fernando Salem, 2015).

Que el cine sea nacional implica muchas cosas: si analizamos la parte industrial-económica (de la que tanto se habla y nada se dice) hay que tener en cuenta que la industria audiovisual representa alrededor del 5,2% del PBI de Argentina (dato del 2022 del  Observatorio Audiovisual del INCAA) y en gran parte funciona gracias a los incentivos estatales (que no distan de los incentivos a otras ramas industriales). No obstante el cine genera algo más que monedas y números, nos da la posibilidad de ver la esquina de nuestros barrios en la pantalla grande, ver personajes que tienen los mismos problemas que nosotros, que hablan con tu mismo acento. Que el cine sea nacional significa que NOSOTROS tenemos una voz y podemos contar NUESTRAS historias ¿Cuántas veces te has enojado cuando un estadounidense dice que en Argentina somos todos rubios alemanes? ¿Cuántas veces te molestó que una serie mostrara a la Argentina como un país tropical?


Este llamado al amor propio no debe interpretarse de ninguna manera como rechazo hacia lo extranjero. Nuestro país fue construido (y sigue existiendo) gracias a una mixtura imposible de culturas, ascendencias e idiosincrasias y odiar lo extranjero tiene la misma raíz que el odio hacia uno mismo. Tampoco ha de interpretarse como una glorificación de lo nuestro solo porque es nuestro. Parafraseando al filósofo esloveno Slavoj Žižek: el amor no es idealización, si uno realmente ama a alguien o algo ser consciente de sus defectos y aceptarlo tal y cómo es. Amar verdaderamente a la Argentina implica hacer un ejercicio consciente de la memoria, no utilizarla como una herramienta conveniente.

Los sirvientes del olvido quieren que traicionemos nuestra historia, que nos odiemos por ser quiénes somos. No los dejemos.


Techos sanjuaninos vistos desde un Centro Cívico aún sin construir. Película: Opus (Dir. Mariano Donoso, 2005).


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