Producción lenta, consumo consciente, creación revolucionaria
- Magalí Ahumada
- 4 dic 2023
- 6 Min. de lectura
Persiana Americana, Alquimia By Ari y Andar Origen, tres emprendimientos de ropa sustentable, celebraron el lanzamiento de su colección primavera/verano 2023/2024 en la tienda Be Able. El evento fue una invitación a repensar nuestras prácticas de consumo. Había un mensaje claro: la industria de la moda puede y debe tomar otro rumbo.

El 7 de octubre, la casa ubicada en el 55 sur de la calle Hipólito Yrigoyen, fue revestida con flores y colmada de perchas. Allí, donde habita la tienda Be Able, tres emprendimientos de moda mostraron su colección primavera/verano. Generalmente, en esta época los locales de ropa retiran sus prendas gruesas de las vidrieras, visten a los maniquíes con tejidos frescos y reciben una nueva temporada. Pero este lanzamiento no fue igual a los demás, porque todos las marcas que participaron tienen una característica que los hace diferentes: producen y venden moda sustentable.
Era una tarde bien primaveral, templada y con el cielo despejado. Be Able abrió sus puertas a las 19. Al entrar a la casa, los/as visitantes y potenciales clientes nos encontrábamos con una amplia habitación. En sus paredes relucían, sobre estantes de madera, algunas piezas de cerámica y velas, cada una con su respectivo precio en la base. Frente a la puerta de entrada, un perchero captaba y atraía las miradas. De sus cilindros de madera colgaban las prendas de Andar Origen.

Esta marca tiene cuatro socias fundadoras. Una de ellas, Alilin Borghi, cuenta que crean prendas a partir de fibras naturales, algunas vegetales y otras, de lana de llama. Además, explica que tienen dos filtros principales para seleccionar la materia prima: que sea de industria nacional y que su proceso de producción haya sido respetuoso con el medio ambiente y con los trabajadores involucrados. “Nosotras hacemos corte, diseño, confección, todo”, dice Ailín muy orgullosa.
El emprendimiento nació en 2020. En la pausa forzada de la cuarentena, Ailín y sus socias encontraron el momento para iniciar un proyecto que venía germinando desde antes.
Ailín reconoce que hasta ahora el proceso ha sido difícil, pero sostiene que “cualquier proyecto sustentable lo es”. Andar Origen es incipiente, pero está avanzando muy rápido. Este año, sus fundadoras vieron un salto enorme. “El punto de quiebre fue cuando la gente empezó a elegir nuestras prendas porque les gusta y no solo porque son sustentables. Ahora llegan a más personas, que a partir de nuestra marca empiezan a conocer y adoptar hábitos conscientes”, explica emocionada.
La habitación principal se conecta con otras tres, todas estaban repletas de ropa vintage y second hand. En cada una había una lista con precios muy accesibles. Las prendas, que estaban prolijamente ordenadas y clasificadas, son de Be Able.

Flavia Nayar, la dueña y creadora de Be Able, es contadora pública pero nunca ejerció su profesión. Buscando qué podía hacer, entre muchas otras cosas, completó un Magister en Dirección de Negocios de Moda en Madrid. Para explicar por qué hoy lleva una tienda sustentable, la empresaria comenta: “Siempre fui una fashionista, siempre me gustó la moda y el consumo rápido”. Para ella, todo esto cambió cuando hizo una formación en pedagogía Waldorf, “una manera de educación alternativa que hizo cambiar mi mirada respecto a las elecciones”, define Flavia.
Be Able es una tienda de productos sustentables, diseño local y moda circular. Flavia materializó su proyecto hace un año y medio, pero la idea había surgido mucho tiempo atrás, hace nueve años.
“El camino es lento, porque es moda lenta, es consumo lento y consciente”, dice Flavia. Ella es fiel creyente de que todo lo que es real, no solo se tiene que pensar, sino también sentir. Confiesa que “en una provincia como San Juan es un poco más difícil, yo siempre digo que acá somos muy montaña, es decir muy duros. Pero una vez que entran en la tienda y empiezan a elegir esta manera de consumir, es un camino de ida”, dice sonriendo.
Este lanzamiento primavera/verano fue el quinto evento de moda sustentable que se hizo en Be Able. Su creadora cuenta que van mejorando a base de prueba y error, y que en el camino han ido redefiniendo muchas cosas. Flavia sostiene que ya no son emprendedoras, son empresarias, porque tienen una marca y planificación estratégica.
En la casa hay un pasillo que lleva al jardín trasero. Al salir, lo primero que se ve es el frondoso limonero, que para esta ocasión estaba decorado con luces y papeles. En los costados del patio, se habían dispuesto mesas y percheros. En las primeras, se ofrecían cosméticos, accesorios, brochettes de frutas y cerveza para degustar. En los percheros se exhibían las prendas de Persiana Americana y Alquimia By Ari.
Además de ser licenciada en diseño de indumentaria, Ariela Riveira es creadora de Alquimia, una marca que produce prendas a partir de materiales textiles en desuso. Para ella, el camino ha sido más difícil que fácil. “Por suerte tengo mucho apoyo de mi familia y la gente que me rodea, gracias a ellos es más liviano. Pero sí, emprender es todo un desafío”, confiesa.
“El camino del emprendedurismo es duro pero no lo cambio por nada. Si bien laburo mucho más, me da mucha satisfacción. Por ejemplo, ver materializada una mini colección de primavera/verano, es algo que yo no me imaginaba” - Jowie Diaz
Al igual que para sus colegas, la moda siempre tuvo un lugar especial en la vida de Ariela. Pero cuando comenzó a estudiar en la facultad se enteró que la industria textil es una de las que más contamina a escala global. La diseñadora cuenta: “Fue un hachazo para mí. ¿Cómo podía hacer lo que me apasionaba y al mismo tiempo seguir siendo amigable con el planeta?”. Felizmente, después descubrió que sí hay una forma: a través de la moda sustentable.

En el perchero de al lado, se exhibían las prendas de Persiana Americana. Jowie Diaz es la dueña de este emprendimiento de moda sustentable que surgió en 2018. Ella cuenta que surgió porque “necesitaba hacer algo, me llamaba mucho la atención la ropa, pero no quería vender la misma ropa que vendía todo el mundo”. Explica que por casualidad tomó un taller de moda sostenible y empezó a vender jeans y jardineros vintage. Tiempo después compró su primera máquina de coser y descubrió que podía modificar y transformar la ropa.
Jowie explica que la idea del lanzamiento era hacer un “drop tipo cápsula” de cada emprendimiento. Aclara que lo hacen de esa manera para no hacer lo mismo que las marcas de moda rápida, que es producir masivamente. Ella define los drops como “mini colecciones” y cuenta que, a medida que se va vendiendo, van produciendo más.

Estos emprendimientos hacen “circular” la ropa, es decir, le dan una segunda oportunidad a las piezas que otras personas dejan de usar. En Persiana Americana, las prendas vintage se transforman en obras de arte y se les realiza un curado: se las somete a procesos de costura, lavado, y quitado de manchas para convertirse en prendas únicas.
Por otro lado, la mayoría de las marcas del mercado tienen una producción fast fashion, la cual se caracteriza por tener una mecánica en la cual se producen grandes cantidades de ropa. Inventa y responde a tendencias pasajeras. Es un modelo de industria que funciona muy bien en la lógica capitalista, pero su proceso destruye al planeta y somete a miles de personas a condiciones laborales deplorables. “Hay mucha ropa nueva que, por no venderse, va a parar a los basurales. Es necesario que nos preguntemos por qué producimos tanto”, denuncia Jowie.

Hace nueve años Fashion Revolution, un movimiento activista del mundo de la moda, lanzó la campaña “¿Quién hizo mi ropa?”. Esta surgió a raíz de un accidente (que no es el primero ni el último) en una fábrica textil. Más de 1000 personas murieron y alrededor de 2500 resultaron heridas el 24 de abril de 2013, cuando el edificio Rana Plaza, ubicado en la capital de Bangladesh, se derrumbó. Esta pregunta se vio replicada en muchos rincones del mundo, incluso en San Juan.
Poco a poco, los rayos de sol abandonaron las hojas del limonero. El jardín se fue llenando de curiosos/as que inspeccionaban con cuidado las mini colecciones. La tech house que pinchaba la DJ se mezclaba armoniosamente con el murmullo constante de las conversaciones. En el lugar imperaba un espíritu de lucha política y estética, una necesidad de subsanar los pecados de la industria textil: explotación laboral y contaminación ambiental. El escenario fashionista actual es aterrador, en armonía con el capitalismo salvaje y a costa de miles de personas, exige cada vez más producción en menos tiempo. Pero hay una alternativa a este modelo cruel: la moda circular. Es una propuesta compleja que necesita un buen tiempo para dar resultados, eso no puede negarse, pero es real y necesaria.

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